Casa de ángeles

La Santa Capilla del Pilar, que emerge entre las bóvedas y cúpulas de la gran Catedral-Basílica de Zaragoza, es a menudo conocida como Capilla Angélica por el origen milagroso de su fundación. 

Acogiéndonos a ese título, queremos hablar hoy de los ángeles que custodian diariamente el camarín en el que se encuentran la imagen y la columna.


La Virgen y el Pilar custodiados por ángeles

En la edad media los ángeles guerreros gozaron de gran fama y culto extendido, es el caso del Arcángel San Miguel, una de las grandes devociones del Aragón de los siglos del románico y gótico, que era venerado como jefe del ejército celestial y como gran defensor de la Iglesia, por eso suele representarse combatiendo con otros ángeles o contra el dragón apocalíptico. 

Para demostrar el esplendor del culto a San Miguel en el reino de Aragón no hay más que citar algunas de las numerosas iglesias que tiene como titular en Biota, Daroca, Uncastillo, etc. 

Ya en el siglo XIII, la bula Mirabilis Deus (Bonifacio VIII, 12-6-1296) concedía indulgencias a los que acudieran a visitar la Iglesia de Santa María de Zaragoza en las fiestas dedicadas a la Virgen, y en la de San Miguel, entre otros santos, que contaba con capilla propia en el templo.

Por este motivo, no es un hecho fortuito que aparezca representado este arcángel en la actual Santa Capilla. Podemos encontrarlo coronando el dosel o palio de plata que cubre el conjunto de la Virgen y el Pilar, en el camarín. Es frecuente localizar las imágenes de San Miguel en lugares elevados debido a que era un personaje celestial y porque la leyenda del arcángel, en un momento concreto, se vincula con la cima de los montes, como así recoge la Leyenda dorada de Jacobo de la Vorágine. 

Se trata de una figura de unos escasos 15-20 centímetros, fechada entre 1695 y 1715 y realizada en plata con aplicaciones de marfil en la cara y las manos. Se desconoce su autor.

Además de San Miguel, la Virgen del Pilar está custodiada por una pareja de ángeles-candelero donados por el monarca Felipe II el 24 de Marzo del año 1596, como prueba de su devoción pilarista a la Virgen. Ambas figuras son los únicos objetos suntuarios que han permanecido de la antigua Capilla. 


Uno de los ángeles-candelero donados
por Felipe II a la Virgen 

Estos originales candeleros comparten estética parecida a la de San Miguel, con cuerpo de plata y caras y brazos de marfil. Son obra del platero Diego Arnal y se encuentran muy bien documentados, todo lo contrario que en el caso de la figura del arcángel. Se conoce el valor y el peso de los materiales empleados en su factura (141 marcos y 6 onzas de plata por valor de 992 libras jaquesas y 5 sueldos; 5,5 libras de oro para los escudos, por valor de 5 libras jaquesas y 10 sueldos) y el precio de las hechuras (6 libras jaquesas por encarnar los rostros y las manos, y 1.000 libras por la hechura de los ángeles)

El 3 de Marzo de 1596, a tan solo diez días de haber sido recibidos en el templo, el Cabildo determinó colocar velas blancas en los candeleros, desde ese momento se conserva la costumbre de reservar la cera más pura para las velas de los ángeles del camarín.

Felipe II también estableció una segunda capellanía real que se fusionó a la del rey Jaime II.

No cabe duda que la Capilla del Pilar es toda una casa angelical, prueba de ello son los ángeles custodios que acompañan y guardan con celo, día y noche, el Santo Pilar y la Imagen de Nuestra Señora. Santa María, Reina de los ángeles, ruega por nosotros.